Minnesota Fats - "El buscavidas" (1961; Diigida por Robert Rossen)
El Gordo de Minnesota
"Six in the corner", dice El Gordo de Minnesota, mientras deja con sumo cuidado el cigarro a medio condumir en el borde de la mesa, y luego inclina ligeramente su corpachón para cernirse sobre el verde universo del tapete, como un titán, o como un dios. Un semidiós, o un dios menor en todo caso, como sabremos muchas películas después, sorprendentemente de labios de Beyoncé Knowles. Más bien de los de la atormentada mujer que interpreta en "Cadillac Records". Y que ganas te entran de ser la causa que alivia momentáneamente su pena cuando la oyes interpretar "At last". Pero esa es otra historia, y Adrien Brody ya se nos adelantó. Como con Elsa Pataky. Relámpago Adrien. maldita sea tu estampa y la de ficción. "Six in the corner", musitó Marcelo, y después de dejar la bolsa de kikos a mdio consumir en el borde del área del Betis se inclinó ligeramente hacia adlante, cerniéndose sobre el verde tapete del Bernabeu para equilibrar el cuerpo, frenar en su cabalgada y poder dar el pase de gol d la victoria, para que el malagueño Isco (felicidades @revolera83), figura indiscutible del partido, introdujera la bola en la tronera de la escuadra derecha de la meta de Andersen. El Seis no es el puesto teórico de Isco, que suele recostarse más hacia la banda izquierda del campo que hacia la derecha y le ajustaría más un 8, pero para algunos madridistas era poco menos que el triple Seis por cosas como la de su perro, el can Cerbero Messi, y algunas otras de ese tenor. Pero tampoco Isco es el tema, sino el gordo de Río de Janeiro, Marcelo, que ayer, para pasmo de piperos y yihadistas, se marcó un partidazo, incrementando su peso en el equipo, tal como ya apuntara en la guerra civil contra el Chelsea y permitiera soñar entoncs en la Copa de Campons de Confederaciones. Ayer Marcelo jugó como los ángeles, como los querubines de Corregio habría que decir a los que aun le reprochan su sobrepeso, el corporal me refiero. "Amigo", le dice Edie Felson a su menager mientras observa jugar a Minnesota Fats, "[...] es un genio. Con lo gordo que está y se mueve como un bailarín. Y esos dedos, gordinflones, pero fuertes y suaves, como si estuviera tocando el violín", y esta descripción le podría cuadrar al Marcelo de anoche, siempre alegre, diltante en aparincia pero siempre fortaleza para el equipo en el ataque, desbordando a su par por su banda una y otra vez, caracoleando en su entorno como un bailarín en la pista de baile. Pero son cosas que habría que decir quedo, casi musitadas, como lo hace Edie, para no despertar del sueño de los justos de los guardianes de la memoria de Mourinho, que tienen anotados todos los supuestos agravios cometidos contra el portugués, entre los que destacaría el divorcio de Marcelo con el báscula. "No son los años sino los kilos", me dijeron hace unos días en Twitter refiriéndose al carioca cuando se debatía acerca de sus años de servicio en el Club Blanco, cuantos y con qué honores. Pero por lo visto ayer tampoco van a ser los kilos, a no ser que Marcelo haya perdido peso. Pero es poco probable, porque para la parroquia blanca, más justiciera que justa, juez Roy Bean de todas las horcas, los pecados de sus suyos nunca prescriben, ni siquiera los inventados. Es el desempeño de Marcelo en el campo siempre alegre, pícaro, con un talante cómplice con la grada y sus compañeros, con quien le mira, justamente como los querubines de Corregio, como decía antes, en cuyos cuadros al asomarse el espectador es frecuente que se encuentre con el guiño de estos seres creados para el divertimento d todos. Ese pelo ensortijado, que otra tuitera me confesara que es lo único que le gusta del jugador, que es un forma traviesa, creo qu también elegante, de decir que no lo valora mucho, porque Marcelo ha ido rapado, como mucho al uno desde que aterrizó en Madrid hasta el año pasado, el peor de los suyos en el Real Madrid. Y no es tema baladí, porque quizá el brasileño sea como un Sansón, pero al contrario qu l bíblico, y pierda su fuerza, su punch, cuando le crece el pelo. O puede simplemente que el pelo largo, a lo afro, el único que puede permitirse mientras no acuda a los servicios de los peluqueros de David Beckham, Karim Benzema o Sergio Ramos, le haga la cara más pepona y su sobrepeso actual sea más que nada una sensación del ojo que mira.
No, insisto, no es este tema baladí. Al menos no en mayor medida que las vomitonas de Lionel Messi en partidos oficiales, tema que si no era Trending Topic esta mañana es porque Gibraltar tiene mucho "tirón" estas últimas semanas y porque Casillas todo lo puede, menos disputarle la titularidad a Diego López. Y tengo la sensación, de la que va a ser difícil que me disuadan, de que tanto hablar de lo que Messi regurgita -este jugador parce que tiene un sistema digestivo parecido al de las vacas, como el cerebro- y de si Casillas calentó o no en la previa al partido -yo diría que sí, porque caliente se fue a sentarse en la segunda fila del banquillo cuando s avecinaba el encuentro- es para eludir hablar de las cosas que escuecen: que el gol de la victoria ante el Betis fue cosa de los dos gordos geniales del Real Madrid. Gordos en potencia, que adelgazar se puede, yo soy buena prueba de ello. Y si he rebajado 15 kilos desde que me puse manos a la obra en abril -Como hecho de menos las galletas de chocolate y los huevos fritos-, seguramente Emery ya no descartaría a Isco para su equipo por gordinflas, ni Marcelo sería repudiado y calificado también como tal por el Mourinhismo si no hubiera gritado "toma, toma, toma" al actual entrenador del Chelsea tras marcarle un gol a su nuevo equipo. La forma de jugar al fútbol de Marcelo es decididamente manierista, más volcada en las formas que en el fondo, es decir, con poco rigor defensivo, que es lo primero que se le debe exigir a un defensa, pero a pesar de los pesares, físicos aparte, parece jugar con traje y clavel en el ojal, como Minnesota Fats. Y lo luce. Y tiene un fácil asociarse con Isco, que le surte de balones en sus irrupciones en el área igual que de pasteles a un niño goloso, se querubín que lleva dentro el brasileño. Tiene Isco algo de repostro. Sus jugadas parecen todas recubiertas de nata o de crema, adornadas con la ayuda de la manga pastelera con arabescos, túneles, autopases, ruletas y medios giros. Y suelen acabar, como las películas de cine mudo, con una guerra de tartas, o de tortas, esto es, con una falta alevosa de quien en ese momento le marca o está más próximo a él de entre todos sus rivales. Porque nuestros rivales -los mismos qu los suyos, lo recalco porque que no está de más recordar a algunos que está en nuestro bando- se han enterado antes que nosotros, más atentos a como nombra a sus mascotas que a su valía, de cual es la jerarquía real del 23 del Real Madrid. Número primo, indivisible por cualquier otro número, salvo la unidad y el mismo, singular por tanto. El estadio le acabó aclamando, pero ya se sabe que allí los piperos campan a sus anchas, que es un territorio perdido para el madridismo de pro mientras no se cree una grada joven que de colorido a los partidos y sea fácilmente moldeable por los soldados viejos de los tercios merengues. Aunque yo esa grada trataría de crearla antes en Twitter, para ver si de una vez ahí, en el tendido virtual, el madridismo comienza a animar a los que visten de blanco.
Extraño careto ayer el de Carletto, con un ojo, el derecho, como suele, con la ceja a modo de arco ojival gótico, pero el izquierdo totalmente enrojecido. Decían los graciosos, antes de saber la alineación, que era cosa de Mou, de su manía de meter el dedo en el ojo del prójimo para señalarnos al enemigo, aunque yo creo que quien le metió el dedo en el córnea al italiano y le provocó el derrame ocular fue la afición, criticando como porteras antes de tiempo. La capacidad para penetrar en el futuro de algunos comienza a causar pasmo. La alineación fue perfecta, sin un pero: El mejor entre palos, el más en forma en el lateral derecho, el único con la calidad acorde con lo que exige el juego el Real Madrid en el izquierdo. Como centrales los que hay y tal como están: La ambición rubia jugando como si fuera debutante, estremciéndose con cada acometida de Cedrick Like a Virgin. Pepe aun a medio gas. En la media los tres titulares indiscutibles, en tanto en cuanto Casemiro no gane galones, que en eso está, y no vuelvan a la disciplina del grupo Xabi y quien dicen que es su mejor réplica. Arriba todo el pecado vendido para el gato: Ni un pero a la alinación, pero la gente se los hizo, y tres horas antes de hacerse oficial, que es lo que tiene mérito. O han rellenado las galerías de las toperas en Valdebebas este verano, o la alineación fue una sorpresa hasta para los propios interesados. Gran lección para todos, que espero que Casillistas y Mourinhistas asimilen. El zas en todos los morros fue glorioso, para unos y para otros, incluso para los que se llevaron el gato al agua, y luego la tomaron con él por reincidir tanto en el fuera de juego. Casi siempre fue por una garra o medio mapache, un pie o la cabeza ligeramente adelantados. O incluso menos. No tuvo suerte Benzema ni con el juez de línea ni con la geometría de Euclides. Pero su gol bien vale también como un zas. Como el partidazo del gordo y el malagueño. Quizá ese rojo en la mirada de Carletto fuera rush de labios de tanto rapsoda de a ciento cuarenta caracteres la copla. Pero ningún rencor, en el pecado llevan la penitencia: Si el Real Madrid hace una mala temporada, malo para ellos, como para todos, salvo para la vacas que tanto saben de céspedes. Pero si logra éxitos, aun peor, les podrá el rencor hacia los que tanto detestan y les habrán procurado los triunfos. Dar motivos para que te tengan que agradecer cosas es la mejor de las venganzas, la más redonda, la más regordeta, solo al alcance de querubines.
"At last" - Beyoncé interpretando a Etta James
- BSO de "Cadillac Records" (2009; Dirigida por Darnell Martin)